Contraria a lo que me dicen mis instintos, si me deja tirada yo estoy ahí. Si me pospone una cita acudiré a la siguiente.    Pero es duro cuando te encuentras a una gran amiga en el metro después de meses sin veros y que espontáneamente de ella surja la idea de irse ya a tomar una cerveza pero, y aquí es donde decae la emoción, primero tiene que llamar a su novio para ver hasta que hora se puede quedar porque luego, quizás, tengan que hacer planes juntos.      Y te sientes un segundo plato horrible. Puedo tolerar, incluso entender que una amiga desaparezca del mapa durante los cuatro primeros meses de su relación. El enamoramiento te atonta, todo es demasiado bonito para ser verdad y lo entendemos, a todas nos pasa. Pero es en ese periodo crítico en el que no hay que dejarse llevar tanto por el amor porque acabas, tres años después, terminándote una cerveza de un trago porque a las 8:30 has quedado con él.      Nos sentamos en el tranvia y sacó de la mochila un poema, largo, e...
 
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