Las llaves.

Fue en la zona de patinaje de un parque al lado de mi casa. Yo aún iba a los Scouts pero creo que me salté ese dia el ir y nos fuimos una amiga y yo (ya hace muchos años que perdimos el contacto) allí, a ver a alguien, seguramente un chico. Yo tendría unos 12 años.

Recuerdo que ella estaba muy activa, era muy habladora y echá p'alante. Siempre me había acordado de ese día, no sabia nunca muy bien por qué pero tenia flashes de aquella tarde y hoy ya se por qué la recuerdo

Cogió su llavero y se puso una llave entre cada espacio de los dedos. A mi me pareció muy raro lo que hacía hasta que me explicó que ella hacia eso si iba sola a casa por si alguien le atacaba, pues sacaba el puño y se le clavaban las llaves. 

Hizo que sacara yo mi llavero y primero intenté ponérmelo yo cómodamente pero necesité su ayuda para acomodarlo. Ahora aquella mano me recuerda a Lobezno. Y ahora caigo de que aprendí a tomar medidas contra posibles agresiones porque sin duda algún dia las sufriría. 

Eso es un momento de mi pre-adolescente bastante importante al que yo no le había reconocido ninguna valía hasta el dia de hoy. El primer momento en el que te dicen que por ser tu tienes altas probabilidades de que te acosen, de que te ataquen, de que te violen. 

Y te tienes que proteger. Y te enseñan.  Ella no había tenido una iluminación y se había inventado ese método: se lo había enseñado otra. Era y es una sabiduría que pasa de unas a otras, de amigas mayores a pequeñas, entre hermanas, entre conocidas. Y he escuchado a mi madre decir que ella llevaba un spray anti-violadores en el bolso. Y mi tia también. 

Después me cansé de las llaves y durante años he llevado unas tijeras grandes o pequeñas de coser, de las de punta afilada, por si algún dia las necesitaba. Primero me las metía en el bolsillo, luego en el bolso sin cerrar, muy a mano. Las consideraba un arma muy letal porque cortaban y pinchaban y también útiles. Nunca se sabe cuándo vas a necesitar unas tijeras y menos con 16 años, que nos pasábamos el dia cortando puntas abiertas, etiquetas, papeles de la agenda, uñas...

Tengo una conciencia de empezar a rebelarme contra todo y todos de forma muy temprana. Las veces que volvía sola a casa, desoyendo a mis padres de que me acompañaran hasta el portal, evocaba a mi memoria la imagen de mi amiga con las llaves entre los dedos y me pasaba todo el camino de regreso con las manos en un puño, sudando dentro de los bolsillos de la chaqueta, sospechando de cualquier hombre que estuviera delante, detrás o al lado mia e imaginándome dónde y cómo podría clavarle las llaves. De hecho, la más larga y puntiaguda la tenía en medio y bien agarrada para que hiciera bien su trabajo en caso de utilizarla. 

Y así más consejos de vida: 

- Que te acompañen siempre a casa, si pueden ser los chicos y si no, las chicas. Si pueden ser varios y si no, uno sólo. 

- Ves por las calles más iluminadas, ahí no se atreven tanto a atacar.

- Ves por las calles más transitadas porque con gente presente no se atreven tanto. 

- Llama siempre cuando llegues y salgas de allí.

- Llama siempre cuando llegues a casa.

- Vamos a apuntarnos a clases de defensa personal, que nunca viene mal saber algo.


Reconozco que iba con ansiedad por la calle. Hubo una época en la que se me metió muy dentro de la cabeza que corria una alto riesgo de que me pasara algo por la calle. Caminaba a paso rápido, me cambiaba de acera cuando me topaba con extraños, notaba como el corazón se me aceleraba y la respiración se agitaba si me seguia alguien a menos de 10m. durante más de dos calles y me ponía nerviosa. 

Si, he fingido hablar por teléfono y también he hablado por teléfono de verdad contando en voz alta a una amiga que había alguien que me seguía. Y he tenido que escuchar a amigas contándome que había alguien extraño que las seguía desde hacía un rato. Y las he acompañado, y me han acompañado a mi. Y hemos terminado planteándonos si de verdad nos perseguían o todo eran paranoias. 

Y luego nos pasábamos dos semanas sin salir porque había corrido la noticia entre los padres de que habían tocado y acosado sexualmente a una "chiquilla de vuestra edad" en un portal y que la policía estaba buscando al agresor. Así que a lo mejor no estábamos tan paranoicas. 

Ahora ya no llevo nada. Las llaves, obviamente, pero no a modo de "arma". Sí que intento ir por calles iluminadas y transitadas. Pero eso, como cuento en la última entrada, tampoco sirve de mucho si luego me acosan en pleno Carmen que no puede estar más iluminado y transitado (y yo no podía ir más acompañada: hermana, madre y padre) un sábado por la noche.

En fin, no hay ninguna moraleja.









                                          












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